EL HORNO VASCO: LA SIDERÚRGICA BASKONA

EL HORNO VASCO: LA SIDERÚRGICA BASKONA
Aitzol Altuna Enzunza


Dentro de la "haizeola" o "agorrola" altomedieval de Eitzaga, Galdakano

Aita Larramendi comentaba en su obra Corografía de Guipúzcoa de 1756: “Estas herrerías en tiempos antiguos estaban en los montes, de que son señales claras los montones de escorias y cepas que se encuentran en ellos. No podían ser oficinas en que se trabajase mucho hierro, faltándoles los ingenios y amaños de hoy, o si estos se suplían a fuerza de brazos, eran entonces los ferrones de aguante inmenso, que no pudieron tener los de este siglo. Fueron poco a poco bajándose las herrerías, y se establecieron en los parajes en los que podían servirse de agua para los ingenios, y desde entonces se llamaron a las herrerías de montes agorrolas, herrerías en seco y sin agua, a diferencia de la nuevas, que se llamaron cearrolas, herrerías de agua, herrerías en húmedo”.

Tesis Doctoral de Francisco Javier Franco Pérez "Arqueología y paleosiderurgia prehidráulica en Bizkaia (siglos III-XIII). Tras las huellas de los antiguos ferrones" (2017): "Las sesiones experimentales desarrolladas en el marco de la investigación se han convertido en una herramienta excelente para entender mejor cómo era el trabajo artesano de los antiguos ferrones. Tras los diversos ensayos realizados, la actividad experimental nos ha hecho sentir por una parte, mayor proximidad al trabajo de aquellos artesanos del hierro , y por otra nos ha puesto en la senda de un conocimiento no escrito, transmitido de modo puramente empírico y fenomenológico (...). Hasta la fecha de redacción de estas líneas, hemos realizado siete sesiones experimentales en cuatro hornos de reducción de diferentes tipologías. Las dos primeras se realizaron mediante tiro natural (el aire penetra por alguna abertura del fondo del horno y sube gracias al efecto chimenea), la última se realizó mediante tiro inducido (la ventilación del horno es forzada a su interior mediante fuelles manuales de modo constante), y las cuatro restantes se realizaron mediante un sistema combinado (que alternaba el tiro natural y el inducido en periodos alternos de media hora aproximadamente)".

Las excavaciones de Aldaieta en Alaba del año 1999 de los primeros siglos altomedievales (siglos V-VIII) encabezadas por el arqueólogo bizkaíno Agustín Azcárate Garay (asentamiento de Nanclares de Ganboa), nos muestran un ajuar extraordinario encontrado en 100 tumbas simples y donde probablemente hay otras 400 en la zona abnegada por el actual pantano: 60 lanzas, 30 impresionantes “franciscas” (hachas arrojadizas de guerra cuya invención se considera de origen germánico), cuchillos, espadas para usar a caballo por los dirigentes o scramasaxes (espadas de un solo filo y punta afilada cuya invención se considera también de origen germánico), anillos, collares, fíbulas, vasos de cristal, hebillas de cinturón etc., exclusivas en esos siglos de los grandes dirigentes.

Están hechas tanto en bronce, plata e incluso en oro en el caso de una hebilla, con aleaciones de bronce-estaño de una calidad extraordinaria y que demuestran un gran manejo del arte de la siderurgia con una calidad de acabado que aún hoy cuesta superar. Estas hachas “franciscas” han aparecido en sitios tan diversos como Kortezubi en Urdaibai y Finaga en Basauri (ambos en Bizkaia).


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Hay quien ve en estas hachas elementos externos de procedencia franca, sin embargo, son de fabricación local y por manos expertas baskonas que para entonces habían constituido el ducado de Baskonia con epicentro político al norte de los Pirineos (río Garona), hecho corroborado por las muestras de ADN que demuestran que los enterramientos de Aldaieta como todos los hallados hasta ahora en el territorio, se trataba de baskones nativos.


LAS PRIMERAS FERRERÍAS



Forua. Museo Arkeologikoa

Las ferrerías de viento o de monte, “haizeolak” o "agorrolak", aparecen en el País Vasco en el siglo VI a.C., en plena Edad de Hierro, mejoradas sensiblemente en época romana, según los yacimientos arqueológicos de ferrerías de esta época como la de Forua (Bizkaia), y tienen su continuidad en durante toda la Edad Media.



Según describe la Revista arqueológica Kobie (nº 34 año 2015): "En el valle del Nive (en los Aldudes, en la comarca de Baigorri-Ortzaize en Baja Nabarra), los testimonios de un importante yacimiento siderúrgico fueron encontrados en el macizo de Larla (en Arrosa https://eu.wikipedia.org/wiki/Arrosa). 

La producción de hierro ha crecido, desde el siglo III a. C. hasta el siglo III d.C., alrededor de una vena grande de siderita. Las minas antiguas, en superficie y también subterráneas, los testimonios de cincuenta y tres talleres de reducción se descubrieron en el macizo de Larla" .


Fue el propio Agustín Azcarate, junto a los también arqueólogos José Luis Solaun y José Manuel Martínez, quienes realizaron un trabajo de campo recogido en “Metalurgia y hábitat en el País Vasco de época medieval” donde comentan sobre el asentamiento ferrón de Bagoeta de Luko en Alaba (desde los años 600 hasta el s. XIV d.C.) que: 

“Las fuentes escritas señalasen a las tierras llanas de Álava nuclear como los lugares con mayor actividad metalúrgica (...) El asentamiento de Bagoeta está a muy pocos kilómetros de la necrópolis de Aldaieta; 

b) Ambos, asentamiento metalúrgico y necrópolis, coincidieron en el tiempo al menos en un siglo.

c) Si algo caracteriza a los ajuares y depósitos procedentes de los contextos funerarios exhumados en Aldaieta es la abundantísima e inusual presencia de objetos de hierro. (…) Estamos, sin duda, ante un asentamiento ferrón que responde a una demanda procedente no sólo de la propia comunidad, sino de otras localidades del entorno, lo que refleja la existencia de una red comercial de cierto alcance por la que circularían igualmente productos cerámicos, cárnicos o de otro tipo. Cabe plantearse, incluso, la posibilidad de que el hierro de Bagoeta fuera distribuido en circuitos comerciales de mayor distancia (…)”.

Esteban de Garibay y Zamallo (s. XVI): “Que a fuerza de brazos soplando, y no con el instrumento y ruedas de agua, comenzaron las primeras fundiciones, y muévome a escribir esto porque hoy día se ven en muchas alturas de Cantabria montones de heces, escorias de las superfluidades y inmundicias ordinarias de los metales y otras cosas de las fraguas antiguas y de sus fundiciones que son ciertísimo argumento de lo que digo, pues se hallan en partes donde no hay río”.


EL CASO DE LEGAZPI

La asociación Burdinola de Legazpi ha mandado en el 2016 a Upsala (Suecia) restos del “zepadi” (escoria) encontrado en una haizeola del monte Otañu del municipio gipuzkoano, que ha resultado ser del siglo XI, siendo un escorial propio de una actividad metalúrgica de entre los siglos IX-XI. José Luis Ugarte tiene señalizados un total de 200 escoriales en el territorio, lo que nos da una idea de la importancia de esta industria para los baskones altomedievales, tal y como se recoge en el trabajo reciente del propio José Luis Ugarte y de  Mertxe Urtega -directora y fundadora del Museo Oiasso de Irun-, que lleva como título “Arqueología del hierro medieval. 

Los escoriales del distrito de Legazpi” (2015). La arqueóloga Urteaga comenta que el tipo de horno encontrado sería, según su opinión, del modelo Beecourt de época merovingia (Pueblo franco del siglo VII), lo que denota su antigüedad; eran hornos de inyección forzada lo que permitiría alcanzar hasta 1.300º según la especialista Julia Simón.


Mertxe Urteaga comenta que: «Harían coladas continuamente. Unos tirarían árboles para hacer carbón vegetal, otros extraerían el mineral (óxidos/hidróxidos de hierro) a muy poca profundidad, y primeramente lo tostarían para ganar algo en pureza. Y de cada colada saldrían pocos kilos, pero así eran las técnicas de entonces». Pese a que la tesis doctoral de Urteaga giró en torno a este tema (“La arqueología de la producción del hierro en Gipuzkoa” 1987), no creía entonces en este tipo de hornos de los cuales es ahora una de sus máximas defensoras.

Ferrería. Ermita de San Miguel, Legazpi (Gipuzkoa) con un tipo de "haize-ola" en primer término. Fot. Iñaki Linazasoro, 1981. Enciclopedia Auñamendi.

Este trabajo de la Asociación Burdinola y de Mertxe Urteaga entre otros, permite completar los resultados de los estudios sobre las "haizeolas" realizados por un grupo de galdakoztarras encabezados por Xabier Orue-Etxebarria (Doctor en Ciencias Geológicas, catedrático del Departamento de Estratigrafía y Paleontología UPV/EHU) que está trabajando sobre los "Hornos Vascos", un tipo de haizeolak

Uno de los hornos excavados por este grupo está considerado como el horno de reducción de mineral de hierro de tecnología prehidráulica más grande que se conoce en Europa (Orue-Etxebarria et al., 2015).


A. Azkarate y J.L. Bustinza "Orígenes de Vitoria-Gasteiz", un tipo de horno anterior al "horno vasco"


Historia del hierro en Bizkaia y su entorno

Los resultados han sido recogidos en varios artículos y recientemente se ha publicado el libro “Historia del hierro en Bizkaia y su entorno” escrito por varios autores y coordinado por Orue-Etxebarria (2016). En el 2015 el propio Orue-Etxebarria y tras tres años de trabajo bibliográfico y de campo en el Geoparque de la Costa Vasca, presentó los trabajos de excavación del horno vasco de Zelaitxueta (Olatz, Mutriku), llevados cabo en auzolan durante el mes de septiembre de 2014 de un cuarto “horno vasco” ejecutada por un equipo de investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de la UPV-EHU. 

La excavación se une a otras realizadas en Galdakano y ha mostrado una nueva tipología de horno con un crisol inferior de grandes dimensiones y un canal asociado en la parte superior, lo que demuestra la complejidad de estas estructuras primitivas semejantes a los conocidos altos hornos de la revolución industrial.

Portada del libro sobre la historia del hierro.

Estas “haizeolak” son tremendamente abundantes desde la Alta Edad Media en el “saltus vasconum” o la Baskonia boscosa, situadas en zonas generalmente apartadas al estar cerca de la propia veta de hierro y que han permitido su supervivencia al paso del tiempo, aunque muy mal conservadas entre la maleza: “También se les ha dado el nombre de Agorrolak o ferrerías en seco, aunque hay que decir que se trata de hornos que si necesitaban agua para la limpieza del mineral y para preparar el revestimiento de arcilla con arena de las paredes internas de los mismos”. 

Se explotaron profusamente desde la caída del Imperio Romano Occidental (s. V) hasta el siglo XIII (época del ducado de Baskonia y reino de Pamplona-Nabarra), pero continuaron usándose incluso hasta el XVI y en zonas de Gipuzkoa hasta el XVII.
Revista Kobie 34 ("los orígenes de la tecnología del hierro en el País Vasco: ferrerías de monte o haizeolak F. Javier Franco Pérez I. Etxezarraga Ortuondo X. Alberdi Lonbide)
"En el caso de Bizkaia destacan los datos de algunos municipios de la Zona Minera vizcaína como Galdames (con 54 ferrerías de monte), Sopuerta (25), Arcentales (18), Alonsotegi (14) o Bilbao (10). En el de Gipuzkoa destacan municipios como Oiartzun (32) e Irun (13), así como el entorno de Legazpi-Zerain-Mutiloa, donde catalogamos 33 ferrerías de monte. A estas últimas habría que añadir 43 más, localizadas por el equipo que viene trabajando en este espacio desde los años 80 del pasado siglo (Urteaga y Ugarte 2014) (...) En el caso vizcaíno, son 19 los yacimientos datados radiocarbónicamente, que suponen el 11% del total de ferrerías de monte identificadas en este territorio: 14 de ellas se datan entre el siglo X y el XIV, mientras que las restantes 5 son anteriores al siglo IX. Son de especial interés, aquellas ferrerías (Arteta -Galdakao-, Estación 1 -Arcentales-, Artobilla 2 -Zaratamo- y Lekubarri -Gordexola-) que engarzan la conocida producción de hierro de época romana con el grueso de nuestras dataciones, concentradas entre el año 1000 y 1400 (...). Obviamente, tenemos que señalar que existen dataciones de C14 pertenecientes a trabajos precedentes en Bizkaia que ya dejaban constancia de una actividad ferrona en la comarca encartada entre el siglo I y IV d C. en el yacimiento de Oiola II (Cepeda y Unzueta 2014: 252), siglo X-XI en Ilso Betaio (Gorrotxategi y Yarritu 1995), y los siglos XI-XIII de Oiola IV (Pereda 1992). En el caso guipuzcoano, solamente un yacimiento es anterior al siglo X, la ferrería romana de Arbiun -Zarautz- datada en el siglo IV-V d.C. (Esteban 2014). Mientras que los 10 escoriales datados en Legazpi corresponden a los siglos X-XIII (Urteaga y Ugarte 2014).
(...) Para este territorio (Alaba), nuestro equipo no dispone aún de un elenco tan sistemático de dataciones como en el territorio vizcaíno, pero las 5 que hemos realizado hasta el momento se sitúan entre los siglos X-XIV d.C. oscilan entre los siglos VII-XII d.C. (Azkarate y Solaun 2014). En este territorio, nuestro equipo dispone de una única datación, correspondiente al yacimiento de Zepamendi -Legutiano- que se sitúa en los siglos II-IV d.C."


Los hornos vascos

Las grandes “haizeolak” medievales, por su tipología especial, han sido bautizados como “hornos vascos” que se diferencian de las merovingias o similares mucho más pequeñas. Eran construcciones redondeadas de piedra de 4-5 metros de altura, se abrían para estas explotaciones los “egurbides” (caminos de leña literalmente), por los cuales se transportaba después la esponja del metal, por tanto, estaban en los bosques donde se aprovisionaban los ferrones de la madera que quemaban con profusión y preferentemente cerca de las metas de hierro. 

Era interesante también que estuvieran cerca de pequeños riachuelos de monte para limpiar las escorias o enfriarlas. La técnica era bastante precaria en su resultado, pues las paredes interiores rellenas de arcilla de los hornos, quedaban impregnadas de restos de que escorias contenían todavía gran cantidad de compuestos de hierro.
Esquema de un horno vasco

Se han hallado más de 350 hornos vascos tal y como describe el propio Orue-Etxebarria en “El “Horno Vasco” de reducción de mineral de hierro, de tecnología prehidráulica”: “Hubo un número tan elevado de hornos vascos en épocas pasadas, que tuvo que ser relativamente frecuente que, al construir una casa en zonas con materiales del urgoniano o del paleozoico ricas en mineral de hierro, hubiera una o más de estas estructuras en sus alrededores. 

Así pues, cuando necesitaron cal, en muchas ocasiones prefirieron utilizar estos hornos abandonados, antes que hacer un calero nuevo. Actualmente, es frecuente que estos hornos próximos a los caseríos aparezcan cubiertos o rellenos con todo lo que se ha ido tirando en su interior”.


Los hornos vascos eran muy parecidos morfológicamente a los caleros comunales de los barrios que funcionaban en “auzolan” o a los individuales de algunos caseríos que se usan incluso hoy en día, por tanto los caleros están siempre cerca de poblaciones o de la roca caliza a diferencia de los hornos vascos que se encuentran en zonas de montaña normalmente. 

Es más hemos encontrado seis casos de hornos dobles, uno situado detrás del otro y comunicados por una abertura. En los caleros, el interior estaba reforzado con piedra arenisca (sin tierra) y los restos son de este material y no de escorias de hierro por lo que son fácilmente diferenciables en una cata arqueológica. Muchos restos de escoria fueron siglos después reutilizados pues aún contenían una gran cantidad de compuestos de hierro en cantidad suficiente debido a la deficiente técnica empleada.

Primera Haizeola o ferrería de monte documentada, 
está en Olabarri (Galdakano)

Ahora se sabe que en la Alta Edad Media, pero sobre todo desde el siglo IX-X en adelante, los "Hornos Vascos" eran muy abundantes en Galdakano donde empezaron estos estudios, que en aquél entonces incluía los municipios actuales de Etxebarri y Bedia, pero cuyos resultados son extensibles al resto del territorio bizkaino y baskonico montuoso. 

Se sospechaba o se sabía de su existencia por documentos y por la existencia de escoriales, pero nunca se había citados sus restos y, además, los hornos vascos estaban considerados como caleros, de ahí la importancia de este primer estudio. (Foto Calero de Leiza http://www.euskonews.com/0524zbk/gaia52401es.html)


Calero
Calero o Karobi comunal  de la Cofradía de San Justo de Ozerin-mendi de Zeanuri.
La piedra caliza se echa por la abertura superior, similar a un pozo, 
y se recoge la cal en la abertura inferior
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Labayru (Historia de Bizcaya" -1900-):“la vena se fundía en hornos u hoyos de cal y canto como los que se usan para el cocimiento de la cal. Y este parece que fue uno de los procedimientos más antiguos. Introdujose también calcinar la vena a campo libre y sin hoyo, cargando el mineral sobre espeso cerco de troncos. (…) Ensayose también la fundición sobre una pared de cal y canto de poca elevación”.

EL CASO DE GALDAKANO

Las ferrerías y molinos eran vitales para la supervivencia de los baskones de las montañas, al estar alejados de las actividades marinas y agrícolas intensivas, al ser estas tierras inadecuadas para los grandes cultivos, siendo esta actividad protoindustrial precursora ancestral de la industria siderúrgica, así como un buen complemento a la actividad pastoril y agrícola minifundista, ya que suponía una fuente de excedentes para comerciar y adquirir aquellos alimentos escasos en la región: desde el vino, al trigo y demás productos agrícolas del interior del ducado de Baskonia o en su caso el pescado de la costa. 

La aparición de las más grandes de ellas cerca de las casas torre más antiguas (una de las dos casa torre de la familia Torrezabal, la que tenían junto al puente del mismo nombre sobre el río Ibaizabal), nos dice que esta actividad tenía una gran importancia para el control de la comarca y que la explotación de todo tipo de herramientas y armas, podría estar restringido a las altas clases sociales.

Horno Vasco de Azarola (Galdakao)
https://www.euskonews.eus/0585zbk/gaia58501es.html
 En la campaña de 2010 se excavó por primera vez un horno de estas características. Se trata del horno de Azarola, que ya fue citado en un trabajo anterior (ORUE-ETXEBARRIA et al., 2008 a) y que se encuentra en el paraje del mismo nombre en Lekubaso (Galdakao). 

En la Edad Media y dentro del reino baskón, el tenente era el administrador y protector militar del territorio a su cargo en nombre del rey de Nabarra, pero también se encargaba de la recaudación de impuestos, controlaba las infraestructuras de puentes y caminos, construía y mantenía torres o castillos y poseía lagares, molinos o ferrerías. Tenían estos señores “Parientes Mayores” que controlaban militarmente el territorio mediante lazos de sangre con sus familiares y casas torre, de las cuales en Galdakano, por ejemplo, hubo al menos una decena. 


Sobre el libro anteriormente citado, Humberto Astibia Aierra, compañero de facultad de Orue-Etxebarria, comenta: “Una de sus partes más destacables es aquella que trata sobre el hallazgo y estudio de los hornos prehidráulicos, los hornos de las “haizeolak”, que el Dr. Xabier Orue-Etxebarria y colaboradores vienen denominando “Horno vasco” y que supone, en mi opinión, uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes realizados en nuestro País vasco-navarro en las últimas décadas. 

En relación con estas investigaciones, también me gustaría subrayar la novedosa hipótesis que a cerca de los hornos vascos y su relación con las ferrerías hidráulicas plantea el Dr. Orue-Etxebarria en este libro. Según la misma, las primeras instalaciones hidráulicas no serían sino herrerías, donde se trabajarían las esponjas de hierro producidas en los hornos vascos u otro tipo de hornos de reducción de mineral de hierro”.



La rica toponimia terminada en “-ola” (“ferrería”) de Galdakano y Bedia como en cualquier municipio del “Saltus Vasconum” o zona de montaña, en muchos casos sin relación con ferrerías hasta hoy conocidas y por tanto muy antigua, nos da una idea de su abundancia pasada. 

En Galdakano en especial en la comarca de “Mehatzeta” (“comarca de minas” en Urgoiti Behekoa a Oinkina), topónimo que denota a su vez una explotación minera antigua en la comarca donde sobre el año 1900 se sacaba gran cantidad de mineral de hierro que, junto a otras explotaciones mineras del territorio bizkaíno, representaba el 10% del hierro a nivel mundial. 

En Bedia y Usansolo ha habido enormes galerías de este período fruto de extracciones mineras. En total, se habrían encontrado más de 35 haizeolas entre Galdakano, Usansolo y Bedia, en lo que sería solo una primera aproximación. 

Una lista de estas primeras haizeolas y topónimos registrados serían: Azuola en el barrio Agirre, Olazarreta en el barrio Goikoetxe, en el barrio Olabarri, en barrio Olabarrieta, en Olarragane y Olabarrena en Erletxeta; Artola y Jaurola en el barrio Artola; Padrola o Padarrola y Lupaola en Gumuzio; Udaoleta en Kortederra; Olea, Oleta y Oletatxu en Torrezabal, Olaetxe en Usansolo-centro; Olangoiturri, Olagoiti y Olagorreta en Arteta; Azaola, Gomenzola y Olakolanda en Lekubaso. Otras: Ludaola, Arretzola, Olabaso, Olabeaga, Olagorta, Olaguren, Olarretaxu, Olatxueta etc.

Horno Vasco de Azarola y el de Eitzaga (Galdakao)

LA IMPORTANCIA DEL COMERCIO DEL HIERRO 

El propio Orue-Etxebarria en otro trabajo “Hierro, ballenas y barcos: factores del poder económica de Bizkaia durante la Edad Media” comentaba: “(...) como resultado de un trabajo de investigación realizado durante los últimos ocho años, en campos tan variados como la estratigrafía, sedimentología, mineralogía, geoquímica, ingeniería metalúrgica, etc., hemos encontrado más de 100 hornos en Bizkaia, Gipuzkoa y parte norte de Álava y de la alta Navarra. (…) Según una estimación que hemos hecho del número de ferrerías de monte en tres pueblos del territorio vizcaíno, Galdakao, Ea en la costa y Bedia, otros dos de la costa guipuzcoana, Mutriku y Deba, y otro del norte de Álava, Aramaio, podemos pensar que en Vasconia existieron miles de estos hornos”.

En el Cartulario de San Millán de la Cogolla (La Rioja, dentro del reino baskón de Pamplona) se habla de la primera exportación del hierro de Bizkaia, en una donación de “Arroncio” en el 871 a la iglesia alabesa de Ocoizta (Acosta). Se tiene constancia escrita que a finales del siglo IX en Alaba había una “industria siderúrgica” y que durante el siglo X se exportaba mineral de hierro desde el puerto de Uhart que estaría en el río Galindo en Bizkaia, bien en El Puntal de Barakaldo, en Trapaga o en Portugalete, de donde deriva el topónimo “Portu-Ugaldeta” y que conformaría una pequeña tenencia nabarra.

Orue-Etxebarria: (...) Los yacimientos más ricos de mineral de hierro se encontraban en Somorrostro/Triano, Galdames, Bilbao, Arrazola, San Miguel de Basauri, Galdakao, Durango, Bedia, Elorrio y Zarátamo, y su explotación era un derecho que los reyes concedían a sus principales servidores, hasta que con la concesión del Fuero Nuevo de Bizkaia, en 1526, se otorga tanto el dominio del subsuelo como los derechos de su explotación a todos los vizcaínos (Orella, 2005). Los puertos más importantes del territorio vizcaíno en cuanto a su relación con el comercio del hierro, en épocas antiguas, podrían haber estado en algún punto del río Barbadún en Muzkiz, en Huart/Ugarte (Baracaldo), San Antón (Bilbao) y Forua (Gernika), para pasar posteriormente a exportar el hierro bruto o elaborado también desde otros puertos como Bermeo, Lekeitio, Portugalete, etc.”

Es en el fuero nabarro de San Sebastián del siglo XII, otorgado por Sancho VI “El Sabio” de Nabarra con un alfoz que abarcaba toda la comarca de Oarso incluida Hondarribia, se trataron por primera vez los derechos del “fierro”, es decir, la primeras leyes conocidas que regulaban la explotación del mineral del hierro en Europa. (https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/08/la-marina-nabarra.html)


Es precisamente en ese siglo XII cuando aparece en Italia la ferrería hidráulica como una pequeña empresa, llegando poco después al reino baskón de Nabarra. 

Su uso se disparó a partir de los siglos XIII-XIV y era muy normal que estuvieran junto a la casa-torre de los rico-hombres de Bizkaia. Para las ferrerías y molinos de agua se requerían presas y ríos por lo que las “haizeolas” fueron abandonadas poco a poco por el mejor resultado de esta nueva explotación ferrona, aunque siguieron siendo explotadas como hemos dicho durante unos siglos más, seguramente como una forma de obtener un excedente para el comercio a cambio de los productos que no se explotan en la comarca como los cereales.


Orue-Etxebarria en el trabajo mencionado comenta que: “Se supone que este tipo de ferrerías perdieron importancia con la aparición de las hidráulicas que fueron sustituyendo a las anteriores, pero hay datos recogidos de la transmisión oral (Caro Baroja, 1980) que nos indican que no todas se cerraron poco tiempo después de la implantación de las hidráulicas, sino que ambos tipos coexistieron durante algunos siglos, ya que en alguna localidad de Gipuzkoa como Zegama, siguieron funcionando, al menos, hasta el siglo XVII”. Un historiador dejó escrito "no hay en Bizkaia riachuelo o arroyo que no haya tenido en sus orillas ruinas de aceña".

“El mineral de hierro, con el carbón, se colocaba dentro de un tronco de árbol de gran diámetro, ahuecado previamente, recubierto de arcilla y otras sustancias minerales. La combustión se activaba con fuelles de piel de gamo o cabra, movidos con los pies y, con más frecuencia, mediante las manos. Las “toberas” encauzaban el aire producido. El mineral dejaba caer sus escorias a una hoya que recibía el nombre de “arrago”, “arruga” (Julio Caro Baroja "Los Vascos" 1949).

Las ferrerías hidráulicas aparecen en Italia en el siglo XII y se expanden rápidamente


CONCLUSIÓN

Hoy en día cuando un país tiene mucho petróleo se considera que es un país rico. Pues bien, ya desde la antigüedad, ocurría algo parecido con el hierro. 

El que disponía de esta materia prima y conocía la metalurgia del hierro, era capaz de fabricar diferentes herramientas utilizadas en la agricultura, pero también podía hacer clavos y otras piezas empleadas en la construcción de catedrales, barcos, presas, carros de transporte etc. 


La imagen que se tiene de una Bizkaia y Gipuzkoa interior medieval aislada, económicamente atrasada y pastoril, no se sostiene a la luz de todas estas nuevas evidencias arqueológicas donde, mediante el “auzolan” o trabajo comunitario, los dueños de las pequeñas explotaciones agrarias conseguían sacar todo el rendimiento a los recursos del país.